Publicado el 15 de febrero de 2020 por Marcel Carbajal

El ser humano ha ido realizando construcciones desde que está en este planeta, algunas muy típicas y normales, otras todo lo contrario, saliéndose de lo habitual y sorprendiendo no solo a los de su propio tiempo, sino también a todo el que ha venido después. Las pirámides de Egipto, el Taj Mahal en la India o la Gran Muralla China son ejemplos de este tipo de construcciones, maravillas del mundo antiguo. Pero en el mundo moderno también tenemos nuestras propias maravillas, erigidas en los dos últimos siglos, para mayor gloria de las nuevas tecnologías y de todo lo que el ser humano era capaz de conseguir.

Una de esas maravillas modernas es el Cristo Redentor ubicado en el cerro del Corcovado en Rio de Janeiro, seguramente la ciudad más poblada e importante de todo Brasil. La estatua, que mide 30 metros de alto, más ocho del pedestal en el que está ubicada, es hoy por hoy el símbolo de Rio de Janeiro y de toda Brasil, por representar no solo la majestuosidad del país sino también su religiosidad, en un lugar en el que casi todo el mundo es cristiano, aunque la fe católica es solo una de tantas versiones que podemos encontrar, junto a evangelistas, ortodoxos, etc… El Cristo se ha convertido en una de las maravillas más sorprendente jamás creadas por el ser humano.

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La historia detrás de este icónico proyecto

Una estatua de tal tamaño no se hace de la noche a la mañana. El proyecto costó para salir adelante, por lo caro que podría resultar y por la propia dificultad de crear una imagen tan enorme de Jesucristo. Ya hubo algunos intentos de colocar una gran estatua en la ciudad a mediados del siglo XIX, pero no se concretó absolutamente nada. Hubo que esperar hasta el año 1921 para retomar el proyecto y darle forma, contratando al escultor francés Paul Landowski y a su equipo para llevar a cabo el proyecto.

Una de las cosas que primero se pensó es la ubicación de la estatua. Desde el Gobierno se quería convertir al Cristo en el nuevo símbolo de la ciudad, así que buscaron el lugar más alto para que se viera desde cualquier sitio en Rio. De ahí que se eligiera ubicarla en el Corcovado. Aunque parezca imposible, la estatua llegó a construirse en menos de una década, y en el año 1931, los brasileños ya pudieron admirar la grandeza del proyecto finalizado, una estatua que desde ese momento se convertiría en un auténtico símbolo para todo el país, en algo que hacía pensar automáticamente en Brasil y en Río de Janeiro.

Cerro del Corcovado: el lugar donde se erigió

Como ya comentamos antes, la ubicación de la estatua fue uno de los primeros temas a tratar cuando se dio luz verde al proyecto. La intención era colocarla lo más alta posible para que toda la ciudad estuviera a sus pies, en una alegoría religiosa evidente. Por ello es escogió el cerro del Corcovado, a más de 700 metros de altura, uno de los puntos clave de la ciudad y que ya en aquella época gozaba de mucha fama entre los turistas y los propios brasileños, por ser un mirador espectacular desde el que contemplar toda Río en su máxima belleza.

Hasta allí llegaba incluso el ferrocarril de Río, para poder facilitar el acceso a este pequeño monte, que dentro de la orografía de Río, casi toda al nivel del mal, sobresalía por completo. Es por ello  que decidieron colocar aquí la estatua del Cristo Redentor, para que su imagen fuera todavía más imponente desde tanta altura, y para que cualquiera pudiese admirarla desde cualquier punto de la ciudad. La idea fue todo un acierto y hoy por hoy, los planos desde el Corcovado son una auténtica maravilla y suponen la imagen más reconocible de la ciudad junto a la de sus playas más famosas y populares.

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Curiosidades del Cristo Redentor

El monumento está lleno de curiosidades que no todo el mundo conoce cuando va a visitarlo:

  • Su construcción, entre 1922 y 1931, se prensó para celebrar el centenario de la independencia de Brasil.
  • Aunque la mayoría de trabajadores eran brasileños, el equipo encargado de realizar el proyecto era europeo, con Paul Landowski a la cabeza.
  • No hubo una sola muerte durante la construcción del monumento, algo reseñable sobre todo por su magnificencia y por la época en la que se construyó.
  • El encargado de esculpir el rostro del Cristo fue el rumano Gheorghe Leonida, que había conseguido buena fama en aquel tiempo en París gracias a sus obras y retratos.
  • La estatua está hecha con más de 1000 toneladas de hormigón armado y combina técnicas estructurales de construcción y escultura.
  • La inauguración del monumento se realizó el 12 de octubre de 1931. Se tenía previsto que Marconi activará las luces del mismo desde Nápoles, pero el mal tiempo lo impidió.
  • Desde hace unos años existe un sistema de escaleras mecánicas que ayuda a subir a la plataforma donde se encuentra la estatua, arriba del todo del Corcovado.

La estatua y su influencia en la cultura popular

Está claro que una estatua tan enorme y vistosa no pasaría desapercibida para nadie ni en Brasil ni en el resto del mundo. Su condición de símbolo del país carioca la ha convertido también en una gran influencia para la cultura popular de la nación, sirviendo de inspiración, por ejemplo, para el músico Antonio Carlos Jobim al crear su tema Corcovado, una famosa pieza de bossa nova, el estilo más típico de Brasil. Su presencia también ha sido notable en películas y series de televisión, desde Rio hasta 2012, pasando por Los Simpsons o el videojuego Civilization V.

El día 7 de julio de 2007 (7/7/07), la estatura del Cristo Redentor fue escogida como una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno, junto a otras grandes edificaciones como el Taj Mahal, Chichen Itza, Machu Pichu o la Gran Muralla China. Es, eso sí, la única que ha sido construida en los últimos cien años, convirtiéndose así en la maravilla moderna más nueva y flamante de todas. Hoy en día sigue siendo el lugar más visitado de Brasil, y es que nadie se ha querido perder nunca la vista desde este lugar. Son muchas las personalidades famosas que han pasado por aquí, desde el papa Juan Pablo II hasta Michael Jackson o Albert Einstein.